Todo el mundo sabe que
el arcoíris es producto del agua de lluvia. El prisma que se crea cuando los
rayos solares atraviesan cada gota de agua crea la refracción de la luz, exponiendo
la luz blanca en sus diversos matices, originándose así el arcoíris. Está demás
decir que es hermoso ver la gama de colores que deja la lluvia, en definitiva,
un fenómeno bello de la naturaleza.
Además, la mayor parte
de las culturas del mundo maneja un mismo cuento popular sobre este fenómeno,
el cual revela que al final del arcoíris se esconde un caldero mágico lleno de
monedas de oro que es resguardado por muchos duendecillos. Al encontrar la raíz
del arcoíris podrás obtener esa olla de oro.
Uniendo ambas
concepciones del arcoíris y agregándole algo personal, lo describiría de la
siguiente forma: podemos comparar el arcoíris con los ojos de una mujer, pues
estos son los que te llevan al preciado caldero con monedas de oro, lo malo es que se necesitan de
unas cuantas lagrimas para luego ver su brillante colorido.